CHAPULTEPEC
Refugio de aves migratorias, oasis de pinteros, altar de amores furtivos, recreo dominical de cientos de miles de capitalinos, resquicio del descanso, lugar que es de todos y de nadie, sitio por el que pasaron toltecas y aztecas hace ocho siglos, ese es Chapultepec del que emana la dignidad de cientos de años de historia, muchos transitaron por aquí y se cautivaron con su magnificencia, muchos aún estamos acicalando sus 686 hectáreas para que su rostro brille hoy y mañana.
Los ahuehuetes, especie adoptada como árbol nacional de México, abundan en Chapultepec, los viejos del agua son altos y monumentales, sus troncos rugosos han sido testigos de invasiones de enemigos extraños, de amores imperiales, de suicidios heroicos por la patria, de susurros perdidos en el viento y de apetitos carnales expuestos al sol o escondidos en las frondas.
Es el pulmón de la Ciudad de México a la que brinda muchos servicios ambientales, amortigua el ruido, absorbe el agua de lluvia recargando los mantos acuíferos, regula la temperatura y su follaje alberga los nidos de aves cantoras.
La palabra Chapultepec proviene del náhuatl “Chapulli” que significa saltamontes y “Tepe” (tl) cerro, “Cerro del Chapulín”, insecto que en Oaxaca se come con tortillas y guacamole, pero que los aztecas consideraban sagrado y con poderes sobrenaturales. Fueron ellos quienes lo nombraron así en el siglo XIII antes de fundar Tenochtitlán.
El Tlatoani Moctezuma Ilhuicamina lo estableció como lugar de descanso, erigió un palacio y aprovechó sus manantiales para abastecer de agua a la ciudad e invitó a Nezahualcóyotl, el Rey Poeta de Texcoco, a edificar un acueducto que tardó trece años en terminarse, una maravilla arquitectónica para la época, del que actualmente yacen vestigios en el camellón de la Avenida Chapultepec.
La conquista llegó abrupta, no podía ser de otra forma, Hernán Cortés y las cuadrúpedas personificaciones de Quetzalcóatl vieron la importancia del agua para Tenochtitlán, y utilizaron la estrategia de destruir parte del acueducto para sitiar la ciudad. En uno o dos años la impresionante ciudad cayó.
Cortés restableció el acueducto y construyó fuentes para almacenar el agua e intentó apropiarse de Chapultepec, cuestión que el cabildo revocó por los constantes abusos de autoridad y matanzas de indígenas del conquistador.
El virrey Luis de Velasco fue el que le otorgó a Chapultepec su carácter público en el siglo XVI.
A finales del siglo XIX y principios del XX en el mandato de Don Porfirio Díaz, a instancias de su Secretario de Hacienda José Ives Limantour, se formó una comisión encabezada por Miguel Ángel de Quevedo con la encomienda de ver el funcionamiento de los bosques de Vincennes y Bolonia en Francia.
Así, entre 1903 y 1906, y a semejanza del bosque de Bolonia, se remodeló Chapultepec tal como lo conocemos hoy, abriéndose al público en 1907. El bosque ya tenía lagos, andadores, calzadas con bustos de poetas de la época, fuentes y kioscos.
Entre 1960 y 1974 triplicó su tamaño al incorporarse la segunda y tercera secciones al igual que su oferta cultural y recreativa.
Por eso Chapultepec es historia, la misma que Nezahualcóyotl sembró en su calzada de ahuehuetes.
Gabriel Otero, Agosto de 2008
*Basado en las investigaciones del Lic. Atanacio Gutiérrez
Chapultepec
Gabriel+Otero
Ahuehuete
Moctezuma
Crónica
Vitral
D.F.
Comentarios
Muy bueno.
Son objeto de veneración los ahuehuetes, me impresiona ver a la gente vestida de blanco formando cadenas hasta abrazar sus troncos, y sí sus formas son caprichosas, raras, son muy altos, son árboles respetables.
En El Salvador existen las ceibas, árboles igualmente respetables, son frondosos y expansivos.
Ha sido un privilegio trabajar en Chapultepec.
Saludos.
Chapultepec es un remanso, pero no te recomiendo que vayas en domingo. Sería interesante recopilar todos los poemas que se han escrito sobre él en todas las épocas.
Un beso y gracias por tu comentario.
Que lindo el bosque, que linda la cabaña los días de lluvia, un cigarro junto a la ventana y hablar de todo un poco...¿que no?