SIDA QUE TE DA
PALABRA DE CÍCLOPE
En 1985 pastores y sacerdotes asustaban a las masas, el SIDA, decían, era el castigo divino por llevar una vida licenciosa, los depravados debían rendir cuentas por sus prácticas antinaturales, sodomitas obvios y de closet ya no podrían esconderse de la ira de Dios. Desde el pulpito los clérigos gritaban, amenazaban posesos, el mal se transmitía por la saliva y al estrechar la mano.
La enfermedad empezaba a causar estragos entre los homosexuales, Rock Hudson, galán hollywoodense de la década de los 50 fue una de sus primeras víctimas connotadas, le seguirían Freddie Mercury vocalista de Queen y otros personajes de la música, la pintura, la literatura y del deporte. Murieron muchos, miles de anónimos estigmatizados por sus costumbres sexuales, los considerados torcidos, los olvidados por su conducta.
Las familias apenadas desaparecían las memorias de sus hijos, las cenizas se regaban en mares y ríos o en el peor de los casos los recuerdos de gente que existió se enterraban en fosas comunes.
Veintitrés años después, usted y yo, acuciosos observadores parafraseamos al benemérito de las Américas y afirmamos que el respeto a la perversión ajena es la paz. No, no es síntoma de una moral relajada ni que vivamos en Copenhague, Londres o San Francisco, es cuestión de inteligencia, de elemental humanidad, del respeto al otro y al libre albedrío, al ejercicio individual de la sexualidad.
¿Cómo?, sí, aunque seamos hetero confesos, bugas tradicionales escandalizados en la Zona Rosa, el SIDA es hoy no solamente una enfermedad del tercer, cuarto o quinto sexo, ya no hay fronteras, los umbrales son ideas añejas, cualquiera puede estar enfermo: la vecina, la secre, el travesti cirquense, el hijo de familia, la muchacha apetitosa o la sirvienta nalgona.
Como diría la sabiduría popular “tetas vemos y podredumbres desconocemos”, pero no se alarme, cuídese, use condón, sea prudente y reflexione porque después de todo nadie debería morirse por tener sexo, es gratis, es rico, es libre y peligroso.
Adviértale a su hijo de la pandemia, créalo o no, el SIDA galopa sin detenerse, no hay cura solo paliativos, tener sexo sin protegerse equivale a jugar ruleta rusa con un revolver descompuesto.
Los jóvenes de hoy se han relajado, piensan que el SIDA es la invención de los adultos para fomentar la abstinencia, el mal repunta en cifras y apunta al cielo.
Es el SIDA que da y nos muta en cifras, el vulnerador de cuerpos y mentes, el capricho de la naturaleza que no se le desea a nada ni a nadie.
La enfermedad empezaba a causar estragos entre los homosexuales, Rock Hudson, galán hollywoodense de la década de los 50 fue una de sus primeras víctimas connotadas, le seguirían Freddie Mercury vocalista de Queen y otros personajes de la música, la pintura, la literatura y del deporte. Murieron muchos, miles de anónimos estigmatizados por sus costumbres sexuales, los considerados torcidos, los olvidados por su conducta.
Las familias apenadas desaparecían las memorias de sus hijos, las cenizas se regaban en mares y ríos o en el peor de los casos los recuerdos de gente que existió se enterraban en fosas comunes.
Veintitrés años después, usted y yo, acuciosos observadores parafraseamos al benemérito de las Américas y afirmamos que el respeto a la perversión ajena es la paz. No, no es síntoma de una moral relajada ni que vivamos en Copenhague, Londres o San Francisco, es cuestión de inteligencia, de elemental humanidad, del respeto al otro y al libre albedrío, al ejercicio individual de la sexualidad.
¿Cómo?, sí, aunque seamos hetero confesos, bugas tradicionales escandalizados en la Zona Rosa, el SIDA es hoy no solamente una enfermedad del tercer, cuarto o quinto sexo, ya no hay fronteras, los umbrales son ideas añejas, cualquiera puede estar enfermo: la vecina, la secre, el travesti cirquense, el hijo de familia, la muchacha apetitosa o la sirvienta nalgona.
Como diría la sabiduría popular “tetas vemos y podredumbres desconocemos”, pero no se alarme, cuídese, use condón, sea prudente y reflexione porque después de todo nadie debería morirse por tener sexo, es gratis, es rico, es libre y peligroso.
Adviértale a su hijo de la pandemia, créalo o no, el SIDA galopa sin detenerse, no hay cura solo paliativos, tener sexo sin protegerse equivale a jugar ruleta rusa con un revolver descompuesto.
Los jóvenes de hoy se han relajado, piensan que el SIDA es la invención de los adultos para fomentar la abstinencia, el mal repunta en cifras y apunta al cielo.
Es el SIDA que da y nos muta en cifras, el vulnerador de cuerpos y mentes, el capricho de la naturaleza que no se le desea a nada ni a nadie.
Gabriel Otero
Publicado el 14 de octubre de 2008 en Diario CoLatino
http://www.diariocolatino.com/es/20081014/articulos/59771/?tpl=69
Sida
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Comentarios
Durante siglos el mayor pecado es el sexo. Nadie dice que la pobreza es pecado o "la peor de las violencias M. Ghandi"... de tal forma que provocar pobreza es "natural", o dilapidar el dinero ajeno, es parte de la comedia, como ha sucedido en la Bolsa de Valores. El SIDA es otra enfermedad, como en su tiempo la Viruela, la Poliomielitis, etc... algún día se encontrará la solución, para mientras... prudencia.
Yo no soy un especialista en el tema, lo que me llama la atención son las conductas y la ignorancia prevaleciente en el grueso de la población. ¿Para qué han servido millones de dólares en campañas de difusión y prevención?, nos tardamos años en llamar "condón" al preservativo, una discusión estéril en sí misma. De un tiempo para acá los homosexuales se destaparon pero siguen siendo estigmatizados. ¿Qué hay de la postura de la iglesia católica con el uso del condón?, la ceguera es causada por siglos y siglos de ver al sol y todavía querer esconderlo.
Además se sigue pensando que un enfermo de SIDA nos la puede transmitir con sólo estrecharnos las mano, cuando es más fácil que ellos se enfermen de cualquier virus de estar en contacto con nosotros los "sanos".
creo que siempre lo dificil es eliminar el miedo que le tenemos a lo desconocido, y eso adolece a nuestro mirar, a nuestro hacer y sobre todo a nuestro pensar...
el miedo absorbe y carcome la poca humanidad que tenemos y el hecho de vernos alejados y desvinculados de lo que es esta enfermedad, definitivamente nos arranca el juicio y culpamos, o simplemente tomamos de pretexto esto, para no aceptar y proponer.
me gusta la refelxión final de pomfoly, pobrecitos de nosotros los hetero, no sabiamos!!!
saludos
Tienes razón, aunque he de decirte que los homosexuales siempre han sido discriminados, en algunas épocas menos que otras.
Y sí el pobre "sidoso heterosexual" no se percató que debía usar condón, le ganaron los apetitos.
Sí, es el temor, el mismo que nos ciega. He de confesarte que aunque respete a los homosexuales no deja de impactarme el ver besarse a dos hombres, no sé, no es prejuicio, en estas épocas del destape lo raro es lo cotidiano.
Las cifras del SIDA son para preocuparse y por supuesto que le encontrarán una cura, pero ya sabes que los virus se mutan, se hacen más fuertes, más resistentes.
Es sintomático que el virus haya surgido en África, en un continente pobre, la premisa es simple a mayor pobreza menor educación, reduciendo la capacidad de aprender y de informarse.