DE IDEOLOGÍAS POLÍTICAS
PALABRA DE CÍCLOPE
Caricatura de Quino |
Las ideologías
fomentan el síndrome de desnutrición mental,
discapacidad de los dirigentes políticos al pensar que gobiernan para incondicionales
aplaudidores sin tomar en cuenta que la nación abarca también a los que
abuchean.
Las ideologías
son territorios imaginarios excluyentes: los azules están a la derecha de los
rojos y éstos a la izquierda de lo inexistente, los verdes, amarillos y rosas
se inclinan hacia donde pese el presupuesto. Entre ellos se apedrean con los
peores adjetivos porque no se convencen, se miran en el espejo de la ignominia
y esperan verse sumergir en el pantano aunque hundan al país consigo.
Las ideologías
carecen de matices y oídos, siembran guerras y discordias, fanáticas de sí
mismas se auto proclaman la verdad de las verdades, la vanguardia para llegar a
las utopías. Pero todas, al alcanzar el poder pactan tributos, privilegios y prebendas.
Las ideologías son
piedras de toque del adoctrinamiento, uña y mugre del sistema religioso, los
adeptos siguen al líder o al pastor sin levantar la cabeza, se tiran sin
chistar al barranco.
Las ideologías impiden
el desarrollo de todo tipo, ataduras inmisericordes del humanismo, borran el
derecho al disenso en aras de perpetuarse.
Las ideologías acostumbran
ser solemnes y tediosas, les cuesta mucho reinventarse, es más fácil encontrar círculos
en el cuadrado que frescura en la canícula ideológica.
Las ideologías
son la calcinante aridez, la privación de memoria e historia individual para
privilegiar la identidad de las masas, llámese, el anonimato.
Las ideologías
son las perversiones superlativas del hombre para manejar a sus semejantes. Manipulo
entonces existo, sentencia acentuada en
grados mayores en ciclos electorales.
Las ideologías no
potencian la libertad son anclajes de la imaginación, se alimentan de la
credulidad de los incautos, son trampas cazabobos emperifolladas de democracia,
la mutación de ideales en intereses.
Las ideologías son
el penúltimo peldaño antes de la barbarie.
Gabriel Otero
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