TODO CAN ES INOCENTE HASTA QUE SE DEMUESTRE LO CONTRARIO
PALABRA DE CÍCLOPE
Los insondables
caminos de la justicia a veces toman giros insospechados, lo que parece de
seguro no lo es y lo que es no es lo que parece.
Hay vidas complicadas,
de perros, dedicadas a la lucha descarnada por la supervivencia, el castigo de
Adán recibido de ese Jehova vengativo y caprichoso del Viejo Testamento, anciano
bipolar del que absolutamente nadie se quiere acordar, ni siquiera los
ortodoxos que flagelan sus pecados con silicio. Cristo no sólo vino a salvar la
humanidad sino también a rescatar la imagen bastante maltrecha de su padre.
En el Cerro de la
Estrella, escenario de representaciones religiosas como el tradicional Vía Crucis, organizado
desde 1843, aparecieron cinco cadáveres en menos de una semana: los primeros
fueron una mujer y su bebé, los segundos una pareja de adolescentes y la última
una estudiante de secundaria que abandonó la escuela por la necesidad de
trabajar. Los cuerpos tenían señales de mordeduras de cánidos e incluso había
partes de las extremidades inferiores en los que quedaban los puros huesos.
El Cerro de la
Estrella está ubicado en la Delegación Iztapalapa al oriente de la ciudad, ésta
es una de las 16 demarcaciones del Distrito Federal en la que habitan 1 millón
800 mil personas, es de hecho, la circunscripción más poblada de todo el país y
es una zona con altos índices delincuenciales y de marginación.
Toda ficción es permisible
para los impartidores de justicia en México, como los suicidios de cinco
balazos por la espalda, los muertos que caminan y se entierran solos y los
cadáveres de niñas que se esconden entre el colchón y la base de la cama para
aparecer inodoros y frescos quince días más tarde.
Para los cinco asesinados
en el Cerro de la Estrella las conclusiones periciales en criminalística eran
contundentes: “….las
lesiones que presentaban los cuerpos fueron provocadas por presión,
deslizamiento y perforación de los tejidos blandos…y fueron producidas
antemortem y postmortem, y que el lugar del hallazgo corresponde al lugar de
los hechos”(1).
Las indiciadas,
según las indagatorias, resultaron las jaurías de perros ferales por lo que las
autoridades se dieron a la tarea de revisar parte de las 60 cuevas del Cerro de
la Estrella y de capturar 25 canes famélicos, pulgosos y de aspecto inofensivo para
presentarlos a la luz pública alimentando así la perversidad de las conjeturas.
Los cánidos
fueron exhibidos tras las rejas y tuvieron el mismo tratamiento mediático que
se les da a narcotraficantes y secuestradores. Nadie creyó el montaje
lastimero y ridículo y hasta ofensivo para los familiares de las víctimas, es
inaudito que las jaurías ataquen con la precisión de un asesino serial, y además,
en lapsos muy cortos para intentar satisfacer su gula de carne humana.
No se cuestiona
en ningún momento su ferocidad pero en otros sitios de la Ciudad de México las
agresiones de cánidos ferales han sido aisladas y muy espaciadas temporalmente
y sin llegar a causar la muerte.
Las hipótesis
populares señalan que lo más factible es que hayan tirado los cadáveres en el
Cerro de la Estrella o bien que los autores materiales de los crímenes los hayan
cometido in situ y que los perros se comieran los restos.
Y después de
haberles practicado los análisis correspondientes a los 25 canes presos se
concluyó que no eran culpables, no encontraron evidencias gástricas que los sentenciaran
al matadero.
El asunto dejó al
descubierto el maltrato animal, el abuso sistemático de otras especies por parte del hombre y la
crueldad del abandono de mascotas. Se calcula que siete de cada diez perros que
andan en la calle tuvieron dueño (2) y que hay 120 mil canes sueltos en el Distrito
Federal.
Este es otro más
de los problemas creados por el hombre que sigue empecinado en autodestruirse.
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(1) “Muertes en Iztapalapa si fueron por mordidas
de perros”, nota de Expediente Noticias, 7 de de enero de 2013, http://www.expedientenoticias.com/muertes-en-iztapalapa-si-fueron-por-mordidas-de-perros-5795
(2) “Tuvieron
dueño 7 de cada diez perros”, nota de El Universal, 12 de marzo de 2011, http://www.eluniversal.com.mx/notas/751301.html
Gabriel Otero
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