FACEBOOK, TWITTER Y LIDO
PALABRA DE CÍCLOPE
Algunos medios tradicionales de difusión, en pleno siglo XXI, siguen desdeñando las nuevas tecnologías y su capacidad de informar de manera inmediata sobre los hechos que interesan a una comunidad, éstos consideran “rumor” a cualquier nota o comentario surgido de las conocidas redes sociales como Facebook y Twitter y no han entendido que su influencia es generadora de opinión.
En muy poco tiempo se han dado casos aleccionadores de este fenómeno, durante los terremotos de Haití y Chile los mensajes cortos de usuarios de Twitter y Facebook fueron eficaces y generados in situ ganándoles la “nota” a agencias informativas, televisoras, periódicos y hasta radiodifusoras. El suceso más reciente fue la gestación de la oposición al derrocado Hosni Mubarak en Egipto.
“El medio es el mensaje” como sentenció Marshall Mcluhan y el destino no solamente nos ha alcanzado si no que ya nos rebasó y no faltará quien pregone el fin del periodismo tal como lo conocemos, porque ahora sólo se requiere estar en el momento y lugar adecuados y un teléfono celular con acceso a internet para mandar imagen y texto.
Una de las escasas ventajas de la globalización es que ocasiona la cercanía en la lejanía: podemos conocer las inclemencias climáticas en Vladivostok; o que un niño de dos años fume como chacuaco en Indonesia; y que algo raro suceda desde diciembre de 2010 en la famosa panadería Lido en El Salvador.
Los que estamos a miles de kilómetros nos enteramos del nebuloso futuro de la panadería Lido a través de una crónica nostálgica de la autoría de Rolando Medina López, periodista y cineasta, quien dio la voz de alerta sobre lo incierto: desabasto de producto, cierre de sucursales, remodelaciones inexistentes y denuncias públicas de robo de marca lo que nos hacía pensar que alemanas, margaritas, semitas y galletas rondaban peligrosamente las fronteras de la extinción.
Noble tarea la de elaborar pan, Lido lo fabrica desde 1944 y aunque sus pasteles, abigarrados de turrón y cursilería sean esculturas vivas de lo empalagoso, y su pan de caja sea pleonástico con el cartón corrugado, nadie les quita su importancia como icono de unión nacional, recuerdos colectivos de identidad de la Lido que no se olvidan.
Lo extraño es que el mutismo de dicha empresa durante semanas alentaba las especulaciones, no se encontraba ninguna noticia, desmentido o página web que aclarara el asunto, algo olía a podrido en Dinamarca pasando por el Boulevard del Ejército y Santa Elena.
La crónica destapó lo que era un secreto a voces: una pugna familiar y las supuestas aplicaciones de la reingeniería industrial en los procesos productivos, ¿pero qué empresario en su sano juicio emprendería la renovación de maquinaria en un mes de altas ganancias como lo es diciembre?, ¿qué empresa cambiaría sus canales de distribución cuando más vende?, esas dudas quedan en la ciénaga o el limbo.
El texto de Medina López obligó a que voceros de la fábrica desmintieran su cierre en entrevistas radiales, a la movilización de trabajadores despedidos y a una conferencia de prensa que en lugar de esclarecer oscureció.
Lo bueno es que la palabra digital escrita asuma retos que antes estaban reservados a lo impreso, lo execrable es que con la rampante crisis familias enteras se queden sin sustento.
Gabriel Otero
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