Ineptitud aniquila perseverancia, hay cosas para las que uno, en definitiva, no nace. Por más que se intenten vencer las inhabilidades, éstas se erguirán victoriosas recordándonos que es mejor darles la espalda para no caer en abismos de frustración. De niños nos siembran la idea que los imposibles son montañas escalables, vaya, cualquiera puede ser astronauta, piloto, actor, futbolista, cantante o presidente. Aunque esta última profesión ha sido devaluada por el cretinismo progresivo en la que es suficiente dibujar bellezas con la lengua o convencer de que el paraíso está en cada esquina. Vorágine de reflexiones y sentires, hace 43 años a mis maestras de kínder se les ocurrió acercar a sus alumnos al fenómeno artístico y hacerlos partícipes de una obra de teatro: la versión libre y tropical de “La Bella Durmiente”. Los actores éramos infantes, que hacía muy poco habíamos dejado de babear, a los que obligarían a aprenderse las líneas más significativa...