ELLA Y EL MAL DE AMORES

PALABRA DE CÍCLOPE Me trataba con cariño, ella, blanca, risa brillante, pelo negro en capas, ojos sonrientes escrutadores, voz suave, curvaturas apabullantes en pleno aumento, vivía a tres calles de mi casa y la pretendían los más grandes. Me veía como su hermanito menor, lejos de sus atracciones y muy cerca de sus simpatías, yo no sé en qué momento me nació el amor, me fascinaba, la miraba pasar con la falda cuadriculada de la Asunción, siempre me saludaba diciendo adiós con el inconfundible cierre de manos que se les enseña a los bebés. Ella estaba en la edad de los vahídos, cuando las niñas se asumen como mujeres y atraen ojeadas de asombro de sus amigos y admiradores y otras no muy sanas de algunos adultos. Crecimos en la misma colonia, un vago como yo nunca hacía las tareas del colegio, daba flojera aprenderse las fichas de estudios sociales de la madre María Guillermina y repasar matemáticas o naturales, el chiste era no reprobar y aplicarse cuando había que hacerlo, la ley del ...